El despertar del Dragón

Capítulo 2438



Capítulo 2438

Muerte

Por desgracia, sus habilidades estaban siendo suprimidas. La parte de su energía espiritual y del Poder de los Dragones que podía utilizar era muy pequeña.

Jaime acababa de liberar su aura para resistirse, pero al instante fue empujado al suelo por una fuerza inmensa.

La tremenda presión hizo que aparecieran grietas bajo los pies de Jaime. Yacía en el suelo, apretando los dientes mientras su expresión se contorsionaba de agonía.

Si no fuera por su robusto físico, Jaime ya habría sido reducido a una masa de carne.

Winsor retrajo su aura y miró a Jaime con ligero asombro.

—¿Eso es todo lo que tienes? —El primero arrugó las cejas.

«Con esa limitada capacidad, ¿cómo podía Jaime haber matado a Arán, por no hablar de Sony?».

Demithor también se asombró al ver a Jaime en ese estado. Cuando conoció a Jaime, éste no estaba tan débil.

—Jaime, basta de fingir. No puedes ser tan débil. ¿Intentas engañarnos con este frágil acto? — cuestionó Demithor a Jaime, con la voz llena de duda e incredulidad.

Jaime se puso en pie, con un hilillo de sangre escapando por la comisura de sus labios. Sin embargo, prefirió permanecer en silencio.

De ninguna manera expondría su condición actual de tener su fuerza suprimida.

Al percibir el silencio de Jaime, Demithor empujó una palma en dirección al hombre. Una deslumbrante oleada de energía marcial surgió hacia delante, golpeando con fuerza a Jaime en el pecho con inmensa potencia.

Jaime frunció el ceño y movilizó rápido el Poder de los Dragones, intentando activar su técnica Cuerpo de Golem.

Unas luces doradas estallaron mientras una capa de brillantes escamas doradas empezaba a envolver todo el cuerpo de Jaime.

Sin embargo, para consternación de Jaime, en el momento en que las escamas doradas se formaron y envolvieron su cuerpo, sintió que el Poder de los Dragones se disipaba. Su cuerpo se debilitó, y el Cuerpo Golem que acababa de activar se disolvió en el aire.

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La fuerza del golpe con la palma hizo que Jaime se precipitara hacia atrás, y su cuerpo se estrelló contra más de una docena de árboles que se quebraron y astillaron a su paso. El impulso lo arrastró hasta que chocó con fuerza contra una enorme roca y su cuerpo se detuvo de forma repentina y dolorosa.

Jaime sintió que sus órganos internos se agitaban y escupió una bocanada de sangre.

—¿Cómo puede ser?

Demithor contempló la escena con incredulidad. Ni siquiera había ejercido toda su fuerza antes, y sin embargo su ataque había dejado a Jaime incapaz de contraatacar.

—Su aura se está dispersando. Parece que está herido y no ha podido reunir su poder —dijo Huro en ese momento.

Había estado observando a Jaime. Mientras presenciaba el intento fallido de Jaime de aprovechar el Poder de los Dragones y activar el Cuerpo de Golem, Huro no pudo evitar darse cuenta de que la disipación de poder no se debía a la debilidad inherente de Jaime. Más bien, parecía que Jaime era incapaz de concentrar su energía por alguna razón desconocida.

—No me importa si está débil, herido o no puede reunir su poder. Alguien debe responder por la muerte de mi hijo. ¡Vengaré a mi hijo hoy! —Con eso, Winsor blandió su mano hacia Jaime.

Cuando Winsor desató su poder como Soberano de las Artes Marciales, la atmósfera a su alrededor cambió de golpe. El cielo se oscureció y el suelo tembló bajo su inmensa aura. Con un solo gesto, una colosal huella con forma de palma se materializó en el aire, descendiendo sobre Jaime con una fuerza abrumadora, similar a la de una montaña descendiendo de los cielos.

La tremenda presión que emanaba de la huella descendente se abatió sobre Jaime, empujándolo con fuerza contra el suelo. El mero peso del ataque lo inmovilizó por completo, impidiéndole cualquier posibilidad de ponerse en pie.

Jaime yacía en el suelo mientras los huesos de su interior protestaban con agónicos crujidos. La considerable presión estaba destrozando su cuerpo, haciendo que la sangre se filtrara por su piel.

Al mirar la gigantesca huella de la palma de la mano en el aire, se dio cuenta de que su muerte era inminente. El aura de la muerte impregnaba el aire y podía sentir cómo se estrechaba a su alrededor.

«¡Estoy al borde de la muerte!».

Mientras la vida de Jaime se tambaleaba al borde del abismo, su mente se convirtió en un lienzo en el que los recuerdos y las imágenes se pintaban con vívida claridad. Los rostros de las mujeres aparecían en su mente, uno tras otro.

En medio de los recuerdos arremolinados y la oscuridad inminente, una figura familiar emergió de las profundidades de la conciencia de Jaime. Era su madre, cuya amable sonrisa irradiaba calidez y consuelo mientras se acercaba con lentitud a él.

Jaime también vio a su padre, una presencia formidable de estatura imponente. Sin embargo, un velo de oscuridad cubría el rostro del hombre, impidiendo a Jaime obtener una visión clara.

Aun así, Jaime encontró consuelo en los recuerdos de sus seres queridos. Le invadió una sensación de satisfacción y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.

—Parece que necesito encontrar un nuevo anfitrión... —sonó la voz de Renzo.

No pudo ayudar a Jaime ya que ni siquiera se le consideraba un espíritu en ese instante.


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