Capítulo 123
Capítulo 123
Jamás se hubiera imaginado que Nayra, después de arreglarse, se vería tan deslumbrante.
“¡Ay, mira cómo te quedaste viendo!“, ella se le acercó a Genaro, quien estabal
completamente absorto en ella, y soltó una carcajada.
Genaro, recuperándose de su asombro, no pudo evitar expresar su admiración: “Nayra, estás hermosísima hoy! Me has dejado sin palabras, sin saber que decir“.
Con una sonrisa elegante, ella le respondió: “¿No te dije que hoy vendría vestida para impresionar? Después de la fiesta de cumpleaños de tu abuelo, todavía te tengo una sorpresa“.
Nayra, esforzándose por contener su disgusto y bajando la mirada para ocultar su aversión, pensaba en su interior: ‘Genaro, la sorpresa que te tengo preparada hoy, jespero que estés listo para recibirla!‘.
La madre de Genaro, Serena, lucía una sonrisa más brillante que cualquier flor: “¡Qué alegria que llegaste, Nayra! Hoy estás radiante, la más bella de todas. Genaro, llévala a saludar al resto de los mayores de la familia Cervantes“.
Tomándola de la mano, él dijo: “Vamos, te presentaré con los demás“.
Nayra lo detuvo con un gesto coqueto: “No hay prisa. Hoy el protagonista es tu abuelo, y no puedo robarle toda la atención. En la próxima reunión familiar, me presentas a todos“.
Genaro, pensando en ese 10% de acciones, accedió sin dudarlo. En ese momento, para él, hasta si Nayra hubiese soltado un pedo, le parecería perfumado. Con una mirada llena de adoración, le dijo: “Como quieras. Primero vamos a saludar a mi abuelo, él estaba ansioso por verte hoy“.
Después de saludar a Antonio, los padres de Genaro se apresuraron a dar a los jóvenes algo de intimidad, ordenando a los meseros que trajeran la torta de cumpleaños que habían preparado para el cumpleañero. La familia Cervantes, entre risas y alegría, le colocó a su patriarca una corona de cumpleaños y prepararon las velitas para soplar. Serena, impaciente, dijo: “Vamos todos a cantarle el feliz cumpleaños y a desearle lo mejor“.
Justo cuando terminó de hablar, las luces del salón se apagaron. Entonces los amigos y familiares empezaron a cantar la canción de cumpleaños. En medio del canto, de repente, la pantalla grande del salón se encendió. De ella, emergían sonidos que hacían que todos se
sonrojaran.
En la pantalla, aparecía Genaro y su joven Ruby en una escena explícita para adultos. El aliento pesado de ese hombre llenaba la sala: “Ruby, mi diabla, te amo, ¿quién te hace más feliz, yo o mi inútil tío? ¿Quién es el mejor?“.
Aunque el rostro de Ruby estaba pixelado, su voz era inconfundiblemente clara. Cualquiera que la conociera podía identificarla. Entre jadeos, ella le decía: “Genaro, tú me haces más feliz. Natalio y su impotencia de tres minutos no se comparan contigo. Solo contigo me
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siento plena como mujer“.
Genaro, entre risas, se jactaba: “Sabía que era mejor que él. Cariño, para tenerte, envié personalmente a Natalio al infierno. De ahora en adelante, solo serás mía. No puedes dejarme, ¿lo entiendes?“. ConTEent bel0ngs to Nôv(e)lD/rama(.)Org .
Ruby, con un tono coqueto, pero ligeramente triste, respondió: “Soy solo tuya, pero tú no eres solo mio. Soy una sombra en tu vida, mientras que Nayra puede estar contigo a plena luz, dijiste que solo la usabas. No te habrás enamorado de ella, ¿verdad?“.
En la pantalla, la voz despectiva de Genaro resonaba por todo el salón: “Por favor, esa tonta no puede ni compararse contigo, ¿cómo podría enamorarme de ella? Jugaré con ella un tiempo. Incluso si me caso, será solo para usarla como escudo. Después de la boda, no la tocaré. Mi cuerpo y mi corazón son solo tuyos; ella solo sirve para traer una buena dote a la familia Fuentes. Una vez que me haga con eso, ella no tendrá razón de ser“.
Ruby, fingiendo sorpresa, preguntaba: “¿De verdad puedes hacerlo? Es bella y de buena familia, ¿en verdad no te importa en lo más minimo2“.
Genaro le daba con todo, frotándose contra la persona debajo de él: “No me hagas perder la cabeza, mi corazón solo late por ti. Mi diabla, todavía tienes fuerzas para hablar, ¿será que no estoy siendo lo suficientemente intenso?“.
“Ah, no, ya entendí mi error, ¡por favor, perdóname…!“, y los sonidos que siguieron eran cada vez más desinhibidos, cruzando todos los limites.