Capítulo 246
Capítulo 0246
Cuando una persona decide dejarte, no importa cuánto la busques o le insistas.
Julio lo sabía muy bien. Pero esta vez sería muy diferente a la anterior. Estaba terriblemente calmado, era una calma absoluta que resultaba un poco
inquietante.
Adrian lo siguió de regreso a la villa Oasis y lo vio muy apresurado al entrar en el dormitorio de Silvia.
Todo se encontraba como antes; los regalos aglomerados permanecían sin ser abiertos. Julio no dijo nada. Se acercó y de inmediato comenzó a abrir los regalos uno por uno. Solamente él sabía, cuánto era el esfuerzo que había invertido en conseguir las prendas clásicas que Silvia siempre quiso.
-Adrían, organiza meticulosamente los regalos y déjalos en orden uno por uno. Cuando ella regrese, quiero que los revise de inmediato.
-Sí.
Adrian llamó a los trabajadores en periodo de prueba enseguida
Mientras Julio seguía abriendo los regalos, le preguntó al instante:
-¿Cómo va la construcción del grupo Orellana?
-Estará lista en dos meses–respondió Adrian.
-¿Estará terminado cuando ella regrese? -le preguntó Julio.
Adrian, realmente asustado por el extraño comportamiento de su jefe, lo afirmó de manera apresurada.
Justo en ese momento, un joyero llegó.
El joyero subió rápidamente las escaleras y encontró a Julio un poco ocupado.
-Señor Ferrer, según su solicitud, hemos pedido cien diseños de anillos de compromiso. ¿Quiere que la señora los vea y elija alguno?
$15 BONUS
La señora
Esta denominación dejó a Julio un poco perplejo, luego respondió:
Déjalos todos aquí, Los elegiré cuando regrese.
-Muy bien.
El gerente se apresuró a dejar los anillos bien guardados y luego se retiró.
Fue justo entonces cuando en ese momento Adrian se enteró de que Julio había reservado los anillos de compromiso para Silvia. Recordó muy bien cuando se casaron, los anillos de boda fueron comprados de manera muy casualpor él. No pudo soportar ver cómo Julio sufi
-Señor, la señorita Orellana no merece todo lo que usted le da. ¡Ella ya tiene un hijo con Luis!
De repente se reflejaba una fuerte mirada de indiferencia de Julio que caía sobre él.
-¿No te he enseñado a no entrometerte en asuntos ajenos?
Adrian bajó la cabeza.
Julio se acercó a él.
-Si tienes tiempo, desempaqueta estos regalos y organízalos de manera
correcta.
-Así lo haré.
Julio salió de repente al exterior mientras el teléfono sonaba. Con gran inquietud pensó que era Silvia, pero al contestar se dio cuenta de que era Federico.
-Julio, David nos ha invitado hoy a ver a su hijo.
No tengo tiempo para eso.
De repente colgó el teléfono. Sin tener noticia alguna de Silvia todavía, no quería
ver a nadie en ese momento.
Justo entonces, alguien más se presentó, y era Natalia.
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Ella temía que Julio supiera lo de David. Después de llegar, irrumpió en la villa y notó que el ambiente en ese momento no era el adecuado.
Julio…
Julio casi había olvidado por completo la existencia de esta persona. ¿Cómo se atrevía a venir a buscar ayuda después de haberse hecho pasar por el salvador de Nadia y David?
Él estaba sentado en el sofá cuando levantó la mirada directo hacia ella.
-¿Qué quieres que haga por ti esta vez?
Natalia, al ver que aún no sabía nada, empezó a llorar muy emotiva.
-Lo siento mucho. Mateo es un bastardo. Fue él quien me obligó en el extranjero. Por su culpa, sufrí un grave colapso mental y casi terminé en un hospital psiquiátrico. El médico dijo que lo que tengo con él es amnesia selectiva…
Julio hizo que su guardaespaldas pusiera en ese instante dos informes de análisis de sangre frente a Natalia. Por supuesto, no se basaba solo en esos simples análisis; también había investigado a fondo, lo que ocurrió en aquel entonces mientras buscaba a Silvia.
¿Quién hubiera pensado que Natalia se atrevería a atribuirse el valioso mérito de salvar la vida de Nadia?
-Cuando estabas en el país, también tenías graves problemas mentales. Reemplazabas a otros aparentando tener esquizofrenia, ¿cierto?
Los labios delgados de Julio se movieron ligeramente. Text content © NôvelDrama.Org.
Natalia sintió en ese instante, que su cuerpo se debilitaba y casi se desplomó en el suelo.
—Julio, déjame explicarte, de verdad fui yo quien salvó a tu madre, solo que la que donó sangre fue Silvia. En ese momento…
Antes de que pudiera terminar, Julio ya había perdido por completo la paciencia.
—Parece que realmente tienes problemas mentales.
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Miró fijamente al guardaespaldas:
Llévala directo al hospital psiquiátrico para que la traten.