Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 137
Capítulo 137
¡Resulta que era mi tio! Podia aprovecharse de esa relación para decir tonterías delante de Isaac.
“Oye, hablar así es un poco descorazonador.”
Alberto tiró las palomitas que no había terminado de comer en la bolsa, con un tono de voz que lo decía todo: “Ya sé, tu marido te fue infiel, ¿verdad? Lo acabo de ver, esa mujer no se compara contigo, tiene una cara de influencer, solo déjalo que se divierta un rato. Se cansará y volverá a la familia.”
El tema del adulterio. Para esos hombres sin moral, parecia algo muy liviano.
Intenté contener mi ira y le dije: “Mira, no necesito que ninguno de ustedes se meta en esto, ¿entendido?”
“Entendido.”
Gonzalo era el tipico malhechor envejecido del que hablan en internet, mostrando sus dientes amarillos. de fumador crónico, y con gran descaro dijo: “No hace falta que hable con el presidente Montes. Si me puedes dar treinta mil al mes y consigues un buen empleo para Alberto, yo no me metere.”
“Mejor ve a robar.”
Ya no pude contener mi temperamenta y le adverti enojada: “Escucha bien, no pienso seguir dándote ni un centavo.”
“¡Te demandaré en la corte! Por no mantener a un ancano, ¡te haré quedar en la ruina!”
“¡Hazlo!”
De repente elevé mi voz: “Aqui tengo todos los recibos de los pagos que les he hecho a lo largo de los.
años. ¿Y tú? ¿Cuánto dinero gastaste en mi mientras estuve en la familia Serrano? ¿Qué hice vo nor
ustedes?”
Todos esos años, casi todos los quehaceres eran mi responsabilidad. Apenas tenia ocho años, y ni siquiera podia ejercer mucha fuerza al trapear el piso, solo podia arrodillarme y fregar una y otra vez con un trapo. Si no fuera porque salía tarde de la escuela, también me habria tocado cocinar. Mi tia queria ayudar, pero él siempre decía que mantener a una inútil no servia de nada y quería echarme. Incluso contratar a una empleada doméstica requeria de un lugar donde vivir.
Él apostaba compulsivamente a lo largo de esos años, y varias veces se llevó el dinero que yo ganabal trabajando. En aquel momento quería hablarme de gratitud. Era demasiado tarde!
“¡Pequeño bastardo!”
Gonzalo me miraba fijamente, su rostro estaba enrojecido por el alcohol mientras mostraba una furia total: “No te hagas la difícil, no pienses que no lo sé. Con el divorcio del presidente Montes, ¿cuánto vas a recibir! Si dejas caer un poco entre tus dedos, seria suficiente para mantenernos a todos.”
“Primero que nada, no he recibido nada.”
Me paré firme, enfatizando cada palabra: “Y segundo, aunque haya recibido algo de dinero, ¿qué tiene que ver contigo? ¡El tribunal solo ordena mantener a los ancianos, no a los vampiros!”,
“¿Qué dijiste?”
Gonzalo me miró furioso, levantando la mano para golpearme, pero Alberto fue rápido y lo bloqueo, dándole una mirada:”¡Papa!”
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Luego, Alberto me miró y me dijo: “Prima, escúchame, tú y mi papá deberían ceder un poco.
Consigueme un buen trabajo en Montes Global Enterprises, con un contrato largo y un salario anual de cien mil, y ya no necesitas darle dinero a la familia.”
Me quedé asombrada por el descaro de esos dos. Algunas cosas realmente pasaban de generación en generación. Con un diploma de técnico del peor nivel, sin experiencia, sin habilidades, y aun así tenía el coraje de pedir un trabajo de cien mil.
Frunci el ceño y le pregunté: “¿Te parezco alguien que daría cien mil?”
“Cloe…”
Alberto se quedó sin palabras, y Gonzalo lo empujó a un lado, diciendo ente dientes: “¿Por qué eres tan terca? Cloé, es obvio que el presidente Montes todavía tiene sentimientos por ti, solo pídele que arregle lo de tu primo y todos estaremos contentos.”
“No lo pienses, eso no es negociable.”
Estábamos en un proceso de divorcio, y ni siquiera asi, podía dejar de lidiar con esos vampiros aferrados a mi exmarido. No podia hacer algo así.
Gonzalo soltó un resoplido frio, amenazando con voz furiosa: “¿No lo vas a hacer, eh? Entonces iremos nosotros mismos. ¡No creo que la cara de este tio no valga un trabajo en su oficina!”
“Estoy curiosa de ver cuán influyente es este tio.”
De repente, una figura alta y erguida apareció en la puerta, mientras que unos ojos que parecían de águila nos miraban tranquilamente a Gonzalo y a mi. Belongs to (N)ôvel/Drama.Org.
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