Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 165



Capítulo 165 

“¿César?” 

La voz de Isaac era fría y aterradora: “¿Eres idiota o quieres que te eché a la calle? ¡Llévala al hospital ahora ya!” 

Andrea estaba desmoronándose, sin siquiera haber tenido la oportunidad de decir algo, ¡César ya la habia arrastrado al ascensor sin más! Y no olvidaba evitar que la sangre cayera al suelo en todo el trayecto. Mirando la dirección en la que se iban, deseaba poder perforar un agujero con la mirada y mi pecho aún se agitaba violentamente, 

“Cloé, vamos a lavarnos las manos primero, ¿si?” Isaac parecia temeroso de estresarme aún más, por lo que su tono era tan suave como el de alguien consolando a un niño. Property © of NôvelDrama.Org.

Lo mirë, y le pregunté con timidez: “¿No te molesta que la haya abofeteado?” 

Eso no era típico de Isaac. Debería haber defendido a Andrea con justicia y haberse puesto de su lado, eso habría sido lo correcto. 

Suspiró, me llevó al lavamanos, probó la temperatura del agua, y luego me acercó al grifo, puso jabón en nuestras manos y las lavó meticulosamente preguntándome: “¿No te duele la mano después de golpearla asi?” 

Me sorprendi ligeramente y casi no podía creer que él diría algo asi. Bajé la cabeza, viendo cómo sus dedos largos y hermosos se entrelazaban con los míos, y me rei para mis adentros. Si eso hubiera sido- antes, probablemente me habría ablandado de nuevo. Después de todo, con solo un poco de dulzura de su parte, solia ser suficiente para mantenerme feliz por mucho tiempo. Pero en aquel momento, solo sentía tristeza. 

No se apresuró a obtener una respuesta mia, sino que usó el jabón para lavar mis manos varias veces, asegurándose de que no quedara ninguna posibilidad de contaminación sanguinea, antes de mirar la hinchazón en la palma de mi mano y fruncir el ceño. 

Luego, tomó mis mejillas y me dijo: “Abre la boca.” 

“¿Para qué?” Abri la boca sin pensarlo. 

Solo a través del espejo frente al lavamanos, vi la sangre que se filtraba entre mis dientes. Acababa de… estar tan enfadada, tan llena de odio que había apretado los dientes hasta hacerme sangrar. 

Me miró con una profunda tristeza y vertió un vaso de agua tibia diciendo: “Enjuagate.” 

“Gracias.” 

Dije con cortesía y distancia, me enjuagué la boca, y luego me llevó al sofá del salón, sacó medicina para desinflamar de la caja de primeros auxilios, y se agachó frente a mi, aplicando la medicina con toda la paciencia del mundo. Por un momento, senti una especie de ilusión, como si siempre hubiéramos estado bien así. Siempre había sido ese esposo tierno y considerado. Pero, al final, uno tenía que volver a la realidad. Retiré mi mano, mirando al hombre que pronto sería mi ex esposo, y pregunté con voz suave: “¿Qué planeas hacer con lo de Andrea?” 

“¿Qué quisieras que hiciera?” 

“¿Harías lo 

que yo quisiera?” 

Lo miré fijamente a los ojos, sin parpadear. No creia que realmente pudiera ser tan despiadado con Andrea.. 

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Capitulo 165 

Isaac frunció el ceño ligeramente y luego me dijo: “Mientras la dejes con vida, lo demás depende de ti. Antes planeaba enviarla a Inglaterra, si piensas que eso no está bien, enviarla a un país aún más lejano también es una opción.” 

“¿Eso es todo?” 

Le sonreí con sarcasmo, mirándolo inquisitivamente: Isaac, ella mató a tu hijo, ¿realmente te da igual? Enviarla al extranjero, ¿planeas darle cinco millones o diez millones al año? ¡Eso claramente es como enviarla a estudiar, ofreciéndole una perfecta oportunidad de empezar de nuevo!” 

Él se frotó el entrecejo, visiblemente molesto y me preguntó: “Entonces, ¿qué propones?” 

“Quiero que vaya a prisión. Allí es el lugar al que ella pertenece” 

Lo dije sin dudarlo: “Ella intentó matar a mi hijo a proposito, debería pagar con su vida. Sé… que mi hijo aún no había nacido, y legalmente no se considera una vida humana. Pero ir a prisión es lo mínimo, jeso fue un intento de homicidio!” 

“Ha pasado tanto tiempo desde el incidente, seria dificil conseguir una condena.” 

“Oh.” 

e tú 

Asenti, sintiendo que mi corazón se enfriaba y casi acusatoriamente dije: “¿Y tú? Se supone que mandas en Puerto Nuevo, cualquier caso difícil, si lo presionas, se puede resolver, ¿no? Además, tú lo viste con tus propios ojos, ¡no la estoy calumniando!” 

Sabia que seria difícil, pero aun asi no quería rendirme, ¡quería intentarlo! 

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