El empresario del corazon roto

Chapter 19: Croissants con Quentin



Chapter 19: Croissants con Quentin

Durante todo el vuelo a Paris, Isa y yo nos conocimos un poco mejor. Me enteré que su color favorito

es el rojo, que su comida favorita es la japonesa por la mezcla de sabores. Me contó de sus días en la

universidad, de cómo empezó su amor por la cocina y algo que en realidad me sorprendió bastante y

ahora entiendo todo, ya que fue chef personal por unos meses del empresario Emiliano Sainz.

―Ya veo la comparación.― Le digo mientras vemos por la ventanilla.

―Es guapo, joven, pero sólo fue por unos meses, sabía mi nombre y sazón pero nada más, Después

me fui porque mi hermana enfermó pero si no... tal vez ya estuviera viajando con él a otro lado del

mundo.― Comenta coqueta mientras sonríe

Vemos la hermosa fotografía de Paris debajo de nosotros e Isa se acerca un poco más para

observarla con detalle, como si fuera una niña pequeña con juguete nuevo.― Es hermosa.―

Murmura.

―Lo es, solía venir seguido con Nadine cuando éramos novios, hay un café al lado del museo del

Louvre que nos gustaba.― Contesto con melancolía.― Tengo exacto cuatro años que no vengo ni la

piso por error.

Ella voltea a verme y me acaricia la mejilla― ¿Seguro que estarás bien?

―Lo estaré, no te preocupes.― Contesto y en un reflejo beso su mano, provocando una sonrisa en

sus labios.

El avión aterriza unos momentos después y bajamos de él. Isa viene emocionada y yo debo confesar

que un poco melancólico porque sé que esta era la ciudad favorita de mi mujer y que yo siempre la

consentía haciendo pequeños viajes para acá.All content © N/.ôvel/Dr/ama.Org.

La camioneta arranca y ella observa por la ventana la ciudad. Paris está igual de nevado y con ese

toque de blanco hace que se vea aun más hermosa y romántica de lo que es.

―Iremos a distintas Croissanteries y probaremos todos los que quieras, calificaremos y ambos

podremos opinar de cuál nos gusta.

―¿Crees que podamos ir a ver la Torre Eiffel? y ¿Notre Dame?

―Claro, el tour también incluye los lugares emblemáticos.― Contesto.

Ella toma mi mano.― Gracias.― La besa suavemente mientras sonríe.

―De nada.― Murmuro mientras siento como todo mi cuerpo reaccionó ante dicho gesto tan natural en

ella.

Después de un rato manejando, el chofer se para frente al primer lugar donde vamos a bajar, le abre la

puerta e Isa baja observando todo y cierra los ojos al sentir el olor del pan recién horneado. Yo hago lo

mismo, en mi vida había puesto tanto atención con respecto al aroma del pan.

―¿Entramos?― Le subieron y ella sonríe.

Abro la puerta con cuidado y ella entra al lugar para ver la gran variedad de croissants que hay ahí, se

acerca y lo los admira.

―Creo que tendré que regresar 100 veces a Paris para probarlos todos.― Murmura.

―Son 24 tipo de croissants así que nos llevaremos una caja con uno de cada uno, comparemos un

café au lait y los comeremos en otro lugar ¿te parece?

―Tú eres el experto.―Contesta y yo volteo y en perfecto francés le pido a la señorita que ponga para

llevar uno de cada uno en la caja y me dé dos cafés au lait para llevar.

Isabel me observa atenta, me gusta como lo hace, es como siquiera conocer más de mi sin

preguntarme, prácticamente como si me desnudara con ella. Lo hace por un momento y luego se da la

vuelta para seguir viendo otro tipo de pan, después cuando está listo salimos de ahí y el chofer nos

lleva justo al lado de Sena para poder ver un poco la Torre Eiffel de lejos.

Pongo la caja sobre el borde que protege las escaleras para bajar al río y le doy su café. Ella lo abre

con cuidado y le da un sorbo. ― Fuerte, pero delicioso.

―Me gusta el café fuerte.― Confieso y luego ella toma un croissant y le da una mordida.

Personalmente, ver a Isabel disfrutar de la comida es la imagen más sexy y existente que he tenido en

mi vida, así que la observo fijamente sin decirle nada, ella abre los ojos y luego lleva el pan a mi boca

y le doy una mordida. Los sabores de la masa con el azúcar se mezclan y hacen que sienta ese

delicioso aroma a mantequilla invadiendo todo el lugar.

―¿Qué dices?― Pregunta.

―Yo digo, que está delicioso, pero deberíamos probar los croissants de los otros seis lugares que

faltan.

―¡Qué! ¿Seis lugares más? No creo que poder hacerlo, supongo que con tres lugares será suficiente

o ¿comeremos croissants todo el día?

―No, tengo planeado llevarte a mi restaurante favorito aquí en París, pero es una sorpresa.

Isa toma un sorbo de café ―¿siempre has sido así?

―¿Así de rico? ― Respondo tratando de adivinar lo que creo es evidente.

―No, así de encantador, pero ahora que lo mencionas ¿Siempre has sido rico?

―Siempre, la empresa ha pasado por generaciones y esta es la mía.

―Debe ser una carga bastante pesada, ya sabes, traes el ejemplo de los grandes empresarios detrás

de ti.

―Sobre todo si son tu bisabuela, tu abuelo y tu padre... ― Agrego y tomo un croissant de diferente

sabor, uno con las puntas bañadas en chocolate y corto un pedazo y le doy a probar directo a la boca,

ella lo toma con sus labios que hoy tienen un ligero brillo del "gloss" y lo come. ― Pero ya que sabes

como hacerlo, todo fluye.

«Como esto » Me traiciona mi mente o más bien habla mi corazón.

"Mmmmmm" expresa al probar― Este de chocolate está genial. Prueba, y me quita el croissant un

momento y lo abre por la mitad para revelar el resto.

Le doy una mordida al pan directo de su mano quedando así un poco de chocolate en su dedo,

aprovecho para tomarla con cuidado, besarlo y quitarle lo que sobra. Un energizarte olor me llega.

―Me gusta ese aroma.― Murmuro.

―Es jazmín, cuando no huelo a mantequilla o a especias, huelo a jazmín.― Aclara.

Acerco de nuevo su mano a mi rostro y percibo de nuevo el aroma, después veo sus hermosos ojos

clavados en mi abiertos de par en par, expectantes por lo que posiblemente pase, después me inclino

un poco y sin dudarlo mucho me acerco a su cuello, el mismo aroma se hace presente.

―¿Es un perfume? ― Pregunto cerca de ahí provocando que su piel se erice.

―No, es un jabón.― Contesta en un tono nervioso y veo de reojo cómo se humedece los labios.

Poco a poco ella se inclina hacia mi pecho para después recargar su cabeza sobre él. Al principio se

siente un poco tensa pero se relaja cuando ve que todo está bien, y que puede yacer sobre él. La

acerco más a mí envolviendo su cuerpo con mis brazos y poco a poco subo una de mis manos hacia

su cabello para quedarnos abrazados.

No sabemos en ese momento porqué lo hacemos, solo qué lo necesitamos o más bien lo deseamos.

Todo es perfecto, la ciudad, los latidos de nuestros corazones, el ambiente y la nieve, así es, la nieve

que comienza a caer poco a poco rozando nuestras ropas. Ella alza el rostro para ver la nieve caer y

al verme sonríe.

―Tienes chocolate en la comisura de tus labios.― Me murmura y con esa frase entramos en este

ambiente tenso entre los dos, donde la atracción y el deseo tiene más cabida que la razón.

―Isabel...― Le murmuro mientras siento mi corazón latir emocionado.― Bésame.


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