El empresario del corazon roto

Chapter 44: Rompiendo el hechizo



Chapter 44: Rompiendo el hechizo

[Isabel]

Caminamos lentamente hasta la entrada del edificio y después nos dirigimos al salón que se

encuentra en el primer piso de éste. Me tomo fuerte del brazo de Quentin para sentir un poco más de

seguridad y al llegar a la puerta Vivianne nos recibe sonriente.

—Buenas noches Señor Valois, Señorita Osher.

—Dime Isabel.— Le recuerdo como siempre lo hago cuando salimos juntas.

—Te ves hermosa Isabel.

—Muchas gracias, tú te ves guapísima, el vestido te queda increíble.

—Al igual que el tuyo.— Me responde y Quentin sonríe al ver que somos tan buenas amigas.

Los tres entramos y de pronto las miradas están sobre nosotros. Sé que Quentin me dijo que desde

hace mucho tiempo no venía a estos eventos, por lo que es normal que lo observen, pero también sé

que otra de las razones es porque yo estoy a su lado.

Respiro profundo mientras entramos y un chico de los del staff toma nuestros abrigos descubriendo

nuestras elegantes ropas.

—Ven, vamos por algo de tomar ¿quieres? — Habla con un tono de alegría sin importarle que todos

los ojos están sobre nosotros y que la mayoría hablan en murmuro.

Parece ser que seremos tema el resto del fin de semana hasta el lunes que regrese a la oficina ya que

varias de las mujeres que están ahí me ven y se ríen.

—Ten corazón.— Y me da una copa con champaña.

Ambos tomamos un sorbo calmando mis nervios.

Después caminamos juntos de la mano hacia una de las mesas para sentarnos a cenar. Al parecer

Quentin no quería que fuéramos molestados por prácticamente la mesa es para los dos.

—¿Te gusta la cena? — Pregunta mientras como un delicioso pollo a la finas hiervas.

—Delicioso, me encantó.

—Qué bueno, tu opinión es la única que me importa.— Murmura mientras me da un beso sobre los

labios que me sonroja, ya que las miradas siguen sobre nosotros.

—Tampoco soy una experta o una sibarita ¿eh? Sólo me gusta cocinar.

—Eso te hace más experta que a mi en el área de la comida.— Contesta entre sonrisas.

—Entonces, me encantó, lo que pusieron de guarnición también, todo deliciosos.

—Me alegro.

Inesperadamente la canción de la Vie en Rose comienza a sonar y él se pone de pie y estira la mano

— ¿Bailamos? — Me invita.

Yo la tomo y asiento con la cabeza.— Bailemos.

Caminamos hacia la pista y sin mirar a los demás, nos vamos al centro de ésta entre todos los que

están bailando.

Quentin toma mi cintura ligeramente, entrelaza su mano con la mía y en movimientos ligeros y lentos

comenzamos a bailar. Él me mira a los ojos mientras me regala esa hermosa sonrisa de los hoyuelos

que me hace suspirar.

—Todos nos están viendo Quentin.— Murmuro.

—Déjalos que vean. Yo soy quien vengo con una hermosa mujer con un vestido espectacular ¿no?

Me sonrojo y desvió la mirada a la pista.

—Gracias.— Le murmuro.

—¿Por qué?

—Por hacerme sentir única entre todas.— Le digo y él sonríe.

—Eres única y también únicamente para mí.

Seguimos moviéndonos al ritmo de la música y antes de que ésta acabe, Quentin me da una vuelta

sobre mi propio eje para después volverme a abrazar.

—Te quiero Isabel Osher.— Murmura y me besa sobre la frente.

Salimos de la pista para regresar a nuestra mesa y seguir bebiendo un poco de champaña, después él

se pone de pie para saludar algunos socios y yo tomo mi abrigo para salir un momento a la calle y

sentir el aire frío ya que adentro con tantas personas el ambiente se ha puesto bochornoso y hace que

me sienta pesada.

Salgo con cuidado para no resbalar en las zapatillas y me quedo parada sobre la explanada viendo la

luna y sintiendo el aire. Respiro dejando que el frío entre un poco en mis pulmones cuando algo me

distrae.

—¿Tú eres la nueva novia de Quentin Valois cierto? — Me dice una chica rubia con un vestido muy

elegante.

—Sí, soy Isabel Osher.— Contesto amable.

“Hmmmmm” hace en un tono bastante raro.— Pensé que serías más bonita.

—¿Disculpe? — Pregunto un poco ofendida.

—Sí, cuando te vi en el periódico pensé que eras más bonita, pero bueno, el gusto se rompe en

géneros.

Me quedo en silencio por un momento disfrutando aún del aire frío que hay en la noche ignorándola

por completo.

—¿Te preguntas porque nadie se sentó con ustedes hoy?.— Vuelve a decir.

—¿Disculpe?

—Sí, el porque estuvieron ustedes solos en la misma mesa y no con socios y familia como todos.

Me quedo en silencio tratando de entender, pero aún no lo hago.

—No eres de su clase y le da miedo que arruines algo con sus socios, por eso. Seguro te quiere por

un momento porque salvaste su corazón roto, pero cuando esté mejor y se dé cuenta de esta

situación, te dejará por alguien que pueda comportarse y vestirse para estos eventos.

—No comprendo.— Respondo confundida.

La rubia se acerca a mí y me ve.— Yo conocí a Nadine, una mujer finísima en todos los sentidos ¡qué

porte! ¡Qué clase! Todos la adoraban, ella era la que organizaba estos eventos, exquisitos de principio

a fin.

—¡Ah bueno! Es que yo no tengo tiempo, yo trabajo en una…Text © by N0ve/lDrama.Org.

—Ella sabía cómo hablar, como sonreír… y Quentin estaba perdidamente enamorada de ella, no

había persona que no lo notara.

De pronto comienzo a sentirme incómoda de todo lo que me está diciendo. La rubia corre mi vestido y

lanza una pequeña sonrisa sarcástica.

—No importa cuantas joyas o lo bien que te vistas, jamás tendrás el status y la gracia de Nadine. No te

esfuerces no vale la pena. Te diría que nos vemos pronto pero, no lo sé, veremos cuánto tiempo

tardas en avergonzar a Quentin Valois y créeme todos nos vamos a reír. Hasta luego.

Me quedo en silencio viendo cómo se aleja y de pronto el sentimiento de inseguridad crece en mí.

Tiene razón, tal vez no soy del estatus de Quentin o tenga su dinero pero no sabía qué me veía tan…

falsa.

Tomo el nudo de amor argelino que acaba de regalarme y vuelvo a jugar con el tratando de quitarme

esta sensación tan rara en mi. Soy una mujer decidida y fuerte, no sé porque de pronto todo me hace

sentir tan… insegura.

—¿Corazón?— Escucho su voz y volteo de inmediato—¿Ya te quieres ir? — Pregunta.

—No, no… si tú debes quedarte está bien yo salía a tomar aire.

—No, la verdad es que ya quiero irme, muero por llegar al piso y dormir a tu lado.— Confiesa y esbozo

una ligera sonrisa.

—¿Todo bien? — Me pregunta.

Veo sus ojos y de nuevo ese brillo aparece y por un instante mi inseguridad se esfuma.

—Todo bien, sólo tengo sueño.

—Pues a dormir… que mañana te tengo una sorpresa.— Dice feliz y yo sonrío, él toma mi mano

saliendo de ese lugar.


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