La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 176



Capítulo 176

ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 25. La Bestia está enojada

Aaron no pudo evitar sonreír al darse cuenta de la cara de asesina en serio que llevaba Nahia. Llevaba semanas poniéndose maquillaje a prueba de agua en medio cuerpo para que no se le vieran todos los tatuajes, pero no había forma de parecer un niño bueno estando en una jaula así que… 3

-¡Señoras y señores! ¡Y entrando viene nuestro primer oponente! ¡Él viene desde… -Aaron no le dirigió ni una mirada al hombre que entraba en la jaula. Esquivó el primer intento de puñetazo y apoyó un pie en la malla, girando aquel cuerpazo en el aire para embestir como un torpedo. Luego solo pudieron ver sus hombros que lo levantaban en peso en un segundo extraño y lento luego lo lanzaba con violencia contra el suelo, dejándolo completamente noqueado. La Bestia Orlenko caminó apaciblemente hasta el otro lado de la jaula mientras la multitud rugía-. Este… creo que ya no importa de dónde venía -murmuró dándose cuenta de que el primer asalto literalmente había acabado en menos de diez segundos-. Voy a tener que narrar más rápido. 1

La audiencia estalló en gritos que no pararían en toda la noche, Borisov lo miraba con molestia, pero Aaron estaba en su elemento y Nahia lo notaba. Era como si todo aquello fuera un juego para él, como si no se estuviera jugando la vida.

Rodeaba la jaula despacio, solo esperando. No corría, no saltaba, solo caminaba con la mirada perdida en algún punto vacío frente a sus pies, pero era como si en el mismo instante en que alguien ponía un pie en sus dominios la bestia dentro de él despertara. Atacaba primero, atacaba rápido, y no se dejaba

alcanzar. 2

El narrador de veras tenía que apurarse para que al menos le diera tiempo de anunciar a sus oponentes y la multitud estaba desquiciada.

Aaron no parecía tener ninguna prisa… siempre que la jaula estuviera vacía.

-¡Y ahora, tienen permiso para enloquecer porque viene una nueva batalla y les aseguro que no quieren perderse ni un solo segundo! ¡Viene entrando así de impetuoso, El Tren Martínez! ¡El mexicano se lanza decidido a la pelea y es mejor que venga preparado porque La Bestia hoy no quiere ceder terreno! Sus movimientos son perfectos, pero vacíos…. jel aire no se noquea, señor Tren, su cabeza choca contra ese puño vez… y no hay segunda, señoras y señores, La Bestia acaba de descarrilar ese Tren! – Mientras el hombre caía al suelo desplomado, los espectadores vociferaban y el comentarista casi no podía respirar –. ¡Rápido, aquí viene el próximo! ¡Willy El Torpedoooooo Smith! ¡Viene preparado para desafiar a la Bestia Orlenko! ¡Viene preparado para…! -La rodilla de Aaron impactó una sola vez contra el estómago del americano y apenas se dobló solo golpeó dos veces seguidas hacia abajo sobre su nuca-. Bueno… parece que no veía tan preparado. ¡Ya sáquenlo de aquí, dejen entrar al siguiente trozo de carne! 2

El público estaba a punto de estallar de fervor cuando el décimo oponente golpeó el suelo, aún con los puños sin alzar. En el club, la histeria estaba a tope. El comentarista intentaba contener la emoción mientras Aaron encajaba golpe tras golpe, sin inmutarse, como si jamás fuera a cansarse, y solo esperara por el próximo que se atreviera a entrar.

-¡Vamos con la próxima comida de la Bestia! -gritó el comentarista-. ¡No se confundan, señores! ¡Esto es territorio de la Bestia Orlenko! ¡Usted puede entrar, pero de ahí nadie sale en pie! En esta ocasión busca su oportunidad El Griego, pelador avezado intenta una izquierda, pero la Bestia contraataca con su hombro bajo. ¡No hay salida para el Griego, el ángulo está cerrado ¡Quita esa cabeza de ahí, Griego! ¡Su destino está sellado! ¡La Bestia martillea el cuerpo de su oponente como si pudiera reducirlo a polvo! i¿ Quién se atreverá a enfrentarse a la Bestia después de esto? ¡Aconséjese, amigo! ¡No se suba a esa jaula!

—¿¡Quién se atreverá a entrar ahora!? -rugió el comentarista, con el micrófono en la mano, de pie sobre su silla y con la mirada desorbitada por la emoción que emanaba de él. ¡No hay oponentes que duren más de un minuto! ¡La Bestia los está acabando! ¡Miren ese gancho!, ¡esto es una matanza! ¡Saquen a

ese hombre de la jaula! ¡La Bestia tiene sed de sangre y quiero ver quién entra a enfrentarse a ella! ¿¿i Quién quiere probar su suerte!? ¡No hay nadie que pueda con la Bestia Orlenko, La Bestia está aburrida, señoras y señores! ¡Esto no puede ser bueno…! This text is property of Nô/velD/rama.Org.

Pero el silencio se hizo de repente cuando no entró uno sino tres oponentes a la jaula. No parecían los más peligrosos pero aun así iba contra las reglas. Aaron miró a Borisov, que lo observaba con una mezcla se satisfacción y molestia, como si estuviera feliz de haber conseguido la pelea pero no le estaba gustando el desenlace. 1

-¡Un momento, esperen… esto no está bien! -sentenció el comentarista-. El primer y último hombre en pie no tiene reglas, más que el combate sea uno a uno…

Pero Aaron entendía por qué Borisov lo estaba haciendo y le hizo una señal al comentarista de que aceptaría la pelea. Por primera vez en esa madrugada Nahia vio a Aaron pasear por la jaula con impaciencia, como si supiera que Borisov no lo dejaría conseguir lo que había ido a buscar esa noche. Lo vio quitarse el protector bucal y lanzarlo a un lado mientras evaluaba a los tres hombres frente a él. 1

-¡Ahora sí puede verse, damas y caballeros! ¡Alguien ha logrado provocar a la Bestia! -rugió el comentarista-. ¡Ahora que ya está enojado no habrá marcha atrás! ¡Este hombre está hambriento y está buscando sangre! -Lo vieron atacar con el mayor silencio. Nahia se cubrió la boca con las manos y tuvo que cerrar los ojos mientras veía uno de los pies de Aaron patear de frente una rodilla, mandando la rótula a la parte trasera de la pierna. La multitud había quedado muda, solo se escuchaban los gritos del comentarista y de los hombres dentro de la jaula-. ¡Esta noche no hay misericordia…! ¡No debieron provocar a la Bestia! ¡El primero ya está besando el suelo! ¡El segundo… ese no cuenta… ya está desmayándose y el…! ¡Alguien que se lo quite por Cristo! ¿¡Qué va a hacer…!? 3

Y lo siguiente que se escuchó fue el rugido bajo por el esfuerzo mientras Aaron lanzaba al tercer hombre por sobre la malla de la jaula.

Nahia estaba petrificada. Aaron jadeaba con rabia y en cuanto sacaron a los dos hombres que estaban

en el suelo entraron cinco más.

El público empezó a gritar en protesta, ya era demasiado evidente que querían hacerlo perder a como diera lugar, incluso el comentarista increpó al organizador, pero antes de que nadie pudiera mover un solo músculo dentro de aquella jaula, se escuchó una ronda de balazos que fueron a impactar en el techo y que hicieron que todo el mundo se lanzara al suelo. 3

Cuando levantaron de nuevo las cabezas, una chica que no debía llegar ni a los dieciocho estaba quitándole el micrófono al comentarista. Era menuda, de cabello castaño claro y delgada pero con músculos finos y definidos bajo la playera ajustada. En la mano no tenía una pistolita, no, tenía un rifle de asalto militar y se lo apoyó en un hombro con un gesto mecánico mientras se acercaba el micrófono a

los labios. 4

-A ver, así está la cosa -dijo con una voz terriblemente dulce-. Hasta ahora la pelea estuvo entretenida pero el abuso tiene que tener sus límites. ¿Verdad, señor Borisov? -siseó mirando al búlgaro y Nahia se fijó en lo pálido que estaba, rodeado de hombres que no parecían estar precisamente de su parte –. En fin, ahora nuestro presentador estrella va a anunciar al ganador de la noche, ninguno tenemos dudas de quién es. ¿Cierto?

-Cierto, señora aseguró el comentarista con nerviosismo.

-En ese caso, él anuncia al ganador, y luego todos ustedes se me largan de aquí cagando leches antes de que a mí se me salga la genocida que llevo dentro. ¿Se entendió? ¡Perfecto! ¡Tenga! 9

El presentador anunció apurado que el ganador había sido Aaron y en cuestión de segundos aquella estampida humana se dirigía hacia las puertas.

Y mientras Aaron bajaba de la jaula, Nahia se quedó de piedra al ver como la chiquilla le saltaba a la

cintura con un gesto demasiado familiar. 18)

-¡Bestiecita! ¡Te extrañé!


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