Capítulo 42
Capítulo 42
Capítulo42
Al llegar a la sastrería, Alejandro empujó la puerta y entró. Su enorme cuerpo parecía encajado en el marco de la puerta como un invasor colosal.
El viejo sastre estaba planchando ropa cuando vio a este hombre impresionante aparecer, su expresión se sorprendió mucho.
-¡Ah, eres tú!
-Señor, por favor, ayúdame, sin importar cuánto cueste.
Alejandro frunció el ceño y abrió la caja.
-¡Dios mío! ¿Cómo sucedió esto? ¡Esta ropa tan buena, cómo puede estar tan rota! El viejo sastre cuidaba la ropa como si fuera su propia vida, por lo que ver una prenda tan bonita en tal mal estado le causa un gran dolor en el corazón. -Fue mi culpa.- dijo Alejandro con la garganta seca.
-Esta prenda fue cosida por esa niña con cada puntada, trabajó duro durante todo el proceso para terminarla, lo vi con mis propios ojos. Es como si esta ropa la hubiera hecho yo mismo.
El viejo sastre sacudió la cabeza con pesar.
-Es una lástima que haya sido arruinada, ¡qué buena ropa!
-¿Hay alguna manera de repararla?-preguntó Alejandro apresuradamente.
-¿Cómo se puede arreglar esto? Si el interior está dañado se puede arreglar, pero si la parte exterior está dañada, incluso si se repara, no quedará como nuevo. Al oír eso, sin saber por qué, Alejandro se sintió un apretón en su corazón.
-Haz lo que puedas, al menos cose la abertura rota, por favor
Al llegar a la Villa Mar, Alejandro sintió que el ambiente era muy opresivo.
-¡Hermano!
La hija mayor de Ema, señorita tercera Leona, se acercó a él corriendo con inquietud: -El abuelo ha venido y está discutiendo muy fuerte con papá en el estudio, ¡ve a persuadirlos!
-¿Están discutiendo? -Alejandro arrugó el ceño.
Según su recuerdo, Enrique era un hijo piadoso, al menos esa era la impresión que daba a los
demás.
El abuelo había sufrido un derrame cerebral y tenía hipertensión, lo que debía evitar más era
enojarse. Enrique no dudó en desafiar la filial piedad y discutir acaloradamente con su padre, solo
había una razón para ello: su madrastra, Ema.
N
-Beatriz es como parte de nuestra familia. Ahora que su familia esta en problemas, no esta mal que papá les eche una mano ¿verdad? -dijo Leona enojada.
-¿No es el abuelo demasiado confundido como para no permitir que papá ayude a la familia. Sánchez? Ayudar a la familia Sánchez es ayudar a nuestra familia, ¿no? Te casarás con Beatriz pronto, si no resolvemos este problema, nuestra reputación será arruinada. 1
La mirada de Alejandro se oscureció y subió rápidamente las escaleras.Text content © NôvelDrama.Org.
-¡Clang–clang!
Fernando estaba sentado en su silla de ruedas, tomó la taza de té y el cenicero y los aventó al suelo.
El anciano ya tenía ochenta años y su carácter se volvía cada vez más obstinado y difícil de tratar.
Siempre que algo no le gustaba, empezaba a lanzar cosas.
Ema se secaba las lágrimas con un pañuelo de seda y se encogía en los brazos de Enrique.
Enrique la protegía con su cuerpo, temiendo que los fragmentos de la taza rota la cortaran.
¡Papá! ¿No puedes calmarte? ¿No puedes hablar de manera adecuada?
-Si haces algo bien, hablo contigo adecuadamente, pero mira lo mal que lo has hecho, solo mereces una paliza. Fernando estaba tan furioso que se golpeaba el pecho.
-¿Qué te he dicho? ¡Te dije que no te involucraras en los asuntos de Sánchez! ¿Cómo te atreves a ir en contra de mis deseos, ayudándoles a liquidar su inventario y transfiriendo nuestros proyectos a
ellos? Esta mujer te ha confundido la cabeza ¿Crees que estoy muerto?
-Papá, ¿cómo puedes decir eso? Enrique estaba tan enojado que no sabía qué decir, pero no se atrevía a enfrentarse a su padre directamente.
-¿Lo que digo no es verdad? Desde que te casaste con esta mujer, nunca has estado en tus cabales.
Fernando golpeó el apoyabrazos con fuerza.
-Papá, sé que me tienes antipatía, pero desde que estoy con Enrique, hace más de veinte años, he sido una buena esposa y madre, siempre he sido cuidadosa y temerosa, y nunca he causado
problemas a la familia. Porque sé que casarme con Enrique fue tu gracia y no pido nada más.Ema
sollozaba.
Enrique miraba a su esposa con amor. Pero el viejo había descubierto su hipocresía y estaba tan furioso que su silla de ruedas temblaba.